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Los autores
La difusión del culto a San Francisco de Asís fue tan generalizada que sus representaciones plásticas en la diócesis de Vitoria superan en número a las de otros santos e incluso a las de algunos tan populares en estas tierras como San Prudencio de Armentia, San Martín de Tours o San Ignacio de Loyola. La cantidad de tallas, relieves y lienzos, la calidad de algunos de ellos y la dilatada cronología que comprenden, que va de lo medieval a lo moderno, nos va a permitir mejor que en otros casos aplicar un método de estudio que integra estilo e iconografía.
Existen dos tipos de representaciones bien diferenciados del santo de Asís, la medieval o giottesca y la moderna o contrarreformista. Mientras que la primera, de carácter narrativo nos presenta al santo amigo de la naturaleza y los animales, la segunda nos lo transforma en un asceta penitente y visionario (1). Tras unas imprescindibles notas sobre iconografía medieval, nuestro interés se va a centrar en la imagen contrarreformista pues, como es sabido, tras el Concilio de Trento la de San Francisco es una de las iconografías recuperadas, si bien reducida a los episodios culminantes y, en algunos casos, equiparada a pasajes de la vida de otros santos (2). La difusión de temas como los de la estigmatización, éxtasis de San Francisco y meditación ante la muerte fue incluso más amplia en los siglos XVII y XVIII que la de santos recién canonizados como Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola o San Francisco Javier. San Francisco de Asís se convirtió en el abogado más popular de difuntos, lo que explica las habituales disposiciones de enterramiento con su hábito y las abundantes representaciones plásticas siempre en relación con la muerte, ya fuera como intercesor o penitente.
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