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BALCONES PANORÁMICOS
Hay montañas importantes según parámetros cartográficos, pero más que su altitud y posibles dificultades de acceso es su situación y su entorno lo que las hace sobresalientes e identificables, siendo visibles desde lugares muy lejanos. Por principio son las montañas coronadas por vértices geodésicos los principales balcones para contemplar las más amplias panorámicas montañeras.
Algunas montañas de la geografía de Navarra que no son vértices geodésicos disponen de un enclave que ofrece espectaculares panorámicas como es el caso de Hiru Erregeen Mahaia (Mesa de los Tres Reyes). Pero en general los vértices, que hasta hace pocos años eran imprescindibles para la cartografía, están situados en lugares de gran valor montañero como son el pico de Ori, Beriain o Larrun. Algunas de estas montañas con vértices, como por ejemplo Elomendi (Higa de Monreal), son visibles desde lugares tan lejanos como el Pirineo central, el Moncayo o el Pico de Urbión en la cordillera Ibérica.
Hay montañas clasificadas como de primer orden, como la Loma Negra, San Bartolomé o el Alto de Vigas, que tienen discretas alturas y quedan perdidas en la vastedad de la Ribera de Navarra, lo que anula el objetivo de esta guía que es ofrecer excursiones a los puntos privilegiados de observación de paisejes panorámicos.
Otras cumbres con vértice geodésico de primer orden como el citado Elomendi (Higa de Monreal), Virgen de la Peña y Ioar, cúspide de la sierra de Kodes, tampoco tienen sitio en esta guía por estar coronadas de una parafernalia de torretas de comunicación y tener accesos para vehículos. Por eso hemos añadido en esta primera entrega algunas cumbres con vértice geodésico de segundo orden hasta completar lo que podrían ser los 15 puntos de observación más interesantes de Navarra.
Para cada uno de estos puntos geodésicos facilitaremos el acceso por los cuatro puntos cardinales ofreciendo con ello una variedad de oportunidades ya que no es lo mismo subir al pico de Ori por su vertiente oriental desde el Puerto de Larrañe-Larrau como hacerlo desde el fondo de la cuenca del naciente Irati por el sur.
NAVARRA Y SUS MONTAÑAS
La geografía de Navarra presenta una amplia variedad de escenarios, por lo que viene a ser considerada como una síntesis del suelo ibérico. Su situación en el extremo occidental de los Pirineos y su extensión en cruz de 10.421 km2 ofrece una superficie donde se dan todas las características climáticas y de biodiversidad peninsular.
A Navarra se le podría conocer como la geografía de los contrastes, donde se dan climas y paisajes graduados según la influencia de los mares Cantábrico y Mediterráneo. Su relieve emerge del fondo del Atlántico empujado por la cordillera de los Pirineos, eje principal del que se desplazan, en sucesivas oleadas, cordales transversales y longitudinales, en continuidad decreciente hasta desaparecer en la llanada de la cuenca del Ebro.
En el intermedio y ya formando las últimas estribaciones meridionales se alzan poderosas barreras con atrevidas montañas coronadas de roquedos como Arangoiti, Andia, Lokiz o Kodes. Entre estas montañas del extremo meridional y las barreras atlánticas de Aralar y la divisoria de aguas principal anidan atractivos y policromados valles, deleite para la vista de los que se animen a ascender a estas alturas.
La altura señera del viejo Reino de Navarra se encuentra en la picuda cima de Hiru Erregeen Mahia (Mesa de los Tres Reyes), lugar donde se dan cita los antiguos reinos de Navarra, Aragón y Francia. Aquí estaremos ante el encuentro de la alta montaña, el reino de la roca y las nieves eternas. Belagua y Larra son los destinos para la visita de esta privilegiada zona para disfrutar del paisaje, con un entorno natural excepcional, donde entre el milenario pino negro y el caótico lapiaz, pervive el oso pirenaico junto con los sarrios o el urogallo.
Curiosamente, pese a su altitud y ser visible desde numerosos puntos de la geografía de Navarra y del interior de los Pirineos, la máxima altura de Navarra y por ende de Euskal Herria, su cumbre no está coronada de un vértice geodésico.
El vertice más próximo que tendremos en esta zona se encuentra en Ezkaurre (2.050 m), en los límites de los valles de Zuriza-Ansó (Aragón) y Belabartze-Isaba (Navarra).
Si buscamos otro de los vértices principales deberemos desplazar la vista desde Ezkaurre hacia el occidente del cordal de los Pirineos, sobre el solitario y picudo Ori (2.017 m), en la cabecera del valle de Saraitzu-Salazar. Se trata de una montaña emblemática al ser el primer «dosmil» del Pirineo Occidental.
Sin abandonar el cordal axial de los Pirineos, se entra en lo que podríamos llamar el Pirineo navarro de transición, allí donde los roquedos de Larra y los pastos de Ori dan paso al escenario de los bosques con la espectacular masa de hayedo-abetal de Irati. Aquí, entre los límites de los valles de Saraitzu-Salazar, Aezkoa y el bajonavarro de Mendibe se encuentra la abultada masa de Ortzanzurieta (1.567 m), el siguiente de los destinos de este recorrido por los principales vértices geodésicos del relieve navarro.
Siguiendo este escalonado periplo de propuestas, la siguiente visita se encuentra lejos de la influencia tectónica de los Pirineos, en una sierra que inicia su alzamiento en los bordes occidentales de la Cuenca de Pamplona hasta alzarse en la espectacular punta de Beriain (1.492 m), máxima altura de la barrera formada por las sierras de Andia-Urbasa-Entzia con más de 40 km de longitud, E-O. Este formidable conjunto donde el paisaje pasa de los relieves descarnados y de pastos a los densos bosques de hayedo constituye una barrera bioclimática entre las influencias de los mares Cantábrico y Mediterráneo.
De regreso al valle de Aezkoa, en su extremo meridional límite como el valle de Urraulgoiti-Urraul Alto se encuentra Baigura (1.477 m), altura señera de la sierra de Areta que establece dominante un intrincado relieve de estribaciones hacia el sur, cubierto de densos bosques de pino silvestre.
Siguiendo el escalonado descenso por el cordal principal la solitaria montaña de Adi (1.458 m), cúspide del macizo de Kintoa ofrece nuevas oportunidades de un paisaje más suavizado, de bosques y prados en la vertiente de la Alta Navarra y pintorescamente humanizado en la Baja Navarra.
Nuevamente en un ejercicio de seguir los hitos principales del sistema geodésico navarro de manera escalonada de acuerdo con sus altitudes, estaremos en Irumugarrieta (1.431 m), la cima principal de la sierra de Aralar, lugar donde se dan cita los límites de Navarra y Gipuzkoa. Esta excepcional sierra de gran valor natural y cultural constituye uno de los macizos más visitados de Euskal Herria. Junto con Aralar hacia occidente se alzan en la lejanía los referentes emblemáticos de la divisoria principal vasca con los macizos de Aizkorri, Anboto y Gorbeia.
Una vez más la cónica cima de Saioa (1.419 m) nos hará retornar al cordal axial, en el lugar que establece la línea de coincidencia de separación de la divisoria de aguas principal con el propio cordal axial que sigue hacia el NO en busca de las aguas del Atlántico, estableciendo ahora la separación de los ríos Nive de Baigorri y Baztan, por terreno más suave y humanizado.
Pero como mandan las alturas y la categoría, desde Saioa la vista se vuelve hacia el oriente, hacia una cumbre inmersa entre el intrincado prepirineo. Se trata de Migoleta (1.406 m), situada en las estribaciones meridionales de la sierra de Atuzkarratz, importante macizo de montañas cubiertas de densos bosques de pino royo y hayedo y coronadas por abultadas cimas tapizadas de pastizales como Kakueta o Txorrotxorria. Aquí estaremos ante una de las cumbres menos visitadas del prepirineo navarro pero muy atractiva para aquéllos que buscan el contacto con la naturaleza y la tranquilidad en el paseo.
Más al sur de este sinuoso macizo situado entre los valles de Saraitzu y Erronkari se encuentra solitario y potente el monte Izaga (1.361 m), una de las montañas más visitadas a lo largo de la historia del montañismo local, con la hermosa ermita de San Miguel (s. XII) afincado en un balcón cercano a la cumbre, tradicional cita de romerías con peregrinos entunicados. La panorámica que ofrece su despejada cumbre es una de las más amplias que pueden ofrecer las cumbres geodésicas de Navarra.
De Izaga pasamos a una cumbre cercana, situada hacia el oriente donde en la alargada sierra de Leire se alza la cima de Arangoiti (1.355 m). La larga sierra que separa las cuencas de los ríos Saraitzu-Irati por su lado occidental y el Aragón por el sur y el Ezka por el este, constituye el extremo meridional de uno de los principales cordales desprendidos hacia el sur de la cadena de los Pirineos desde los altos de Ori-Lazar. En su alargado perfil se dan cita la transición bioclimática, el encuentro del hayedo y pino silvestre con el roble y la encina.
Nuevamente la siguiente propuesta se encuentra en pleno vértice axial de la cordillera con la abultada cumbre de Auza (1.305 m), montaña reina de los valles de Baztan y Baigorri. Aquí estaremos ante un paisaje muy influenciado por el próximo Atlántico, con apreciables desniveles, donde los puntos de partida se dan entre los 300 y 600 m de altitud. Aquí el paisaje sigue siendo muy extenso, desde las sierras de Andia y Aralar hasta las cumbres de Belagua, mientras que por el lado contrario la vista se pierde en el litoral vasco de Lapurdi hasta perderse en las boscosas tierras francesas de las Landas.
Sin abandonar las montañas atlánticas de Navarra, el monte Ekaitza (1.047 m) es otra de las cumbres que merecen una visita si queremos disfrutar de nuevas panorámicas, especialmente abiertas hacia el interior de Gipuzkoa y los valles del Bidasoa. Vecina de Mendaur, cuya figura esbelta resalta en la maraña de cumbres de Bortziri-Malerreka, la de Ekaitza se encuentra perdida en una larga loma que se prolonga desde el entronque Mendaur-Mendieder hacia las tierras del bajo Urumea.
Para alcanzar la cumbre de Jurramendi (1.044 m) deberemos dar un gran salto hacia el sur para sobrepasar la divisoria de aguas principal y alcanzar las últimas estribaciones meridionales de la montaña de Navarra, en la merindad de Lizarra-Estella. Aquí estaremos ante un nuevo contraste, en pleno escenario mediterráneo, donde las encinas y carrascas, además de grandes extensiones de pinares de repoblación cubren esta histórica montaña. Desde la cumbre la panorámica se extiende principalmente hacia la amplia cuenca del Ebro, cercada por la visible cordillera Ibérica y de los Pirineos que la encierran.
Finalmente tenemos la espigada montaña de Larrun (900 m), con su plana cumbre coronada de una parafernalia de ventas, restaurantes y miradores, además de una estación hasta donde llega un tren cremallera desde el Col de Saint-Ignace, está rematada por una altiva torreta de comunicaciones de la ORTF. Desde este lugar las vistas se pierden hacia el horizonte del Atlántico el litoral de las Landas. Las suaves colinas de Lapurdi forman el contraste con el cordal del Pirineo Navarro en su progresivo alzamiento hacia el oriente. La maraña de la orografía por donde discurre el río Bidasoa y la poblada zona de Donostia-Pasaia-Irun es otro de los puntos de observación a tener en cuenta. Por su situación y altitud, Larrun ha sido desde siempre el faro natural de los pescadores vascos de esta parte de Euskal Herria.
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