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La vertiente Norte: Valles de Aspe y Ossau
La vertiente Norte de los Pirineos se halla constituida por los valles de Aspe y Ossau que pertenecen al territorio histórico de Béarn. Limítrofes con Aragón y Navarra, los Pirineos Bearneses forman parte del Parque Nacional de los Pirineos Occidentales.
{Circo de Lescún}
Dentro del parque nacional de los Pirineos Occidentales cabe destacar el circo de Lescún por la belleza y grandiosidad de su paisaje. Se trata de un paisaje netamente alpino, y en el sentido más amplio de la palabra, ya que evoca claramente a otros lugares de la geografía de los Alpes, como Las Dolomitas. En el fondo del valle observaremos pequeñas aldeas con campanarios apuntados, rodeadas de resplandecientes pastos, sobre los que se levantan gigantescas moles calcáreas.
{Las Montañas de Lescún}
Entre las montañas de Lescún podemos reconocer algunas siluetas bien conocidas por los montañeros de la otra vertiente del Pirineo. Anie/Auñamendi (2.507 m) y Countende (2.338 m). Le Billare (2.309 m). Mesa de los Tres Reyes (2.444 m).
{Las agujas de Ansabere}
Un prestigioso conjunto de agujas calcáreas despuntan sobre el cielo de Lescún. Desde hace casi 100 años, los escaladores han tentado estos riscos sumamente verticales, que han sido objetos de hazañas que pasaran a los anales del Pirineismo, aunque también se han cobrado la vida de algunos de sus conquistadores.
{El Valle de Ossau}
Paralelo al valle de Aspe encontramos el valle de Ossau, uno de los más pintorescos de los Pirineos. Entre todo la compleja de barrancos, picos y brechas que los accidentan, existe un hito que por su magnitud maravilla a todo aquél que lo admira. Se trata del Pico del Midi d’ Ossau, que con sus 2.885 metros de altitud se impone como la máxima altura de las montañas pirenaicas atlánticas.
{Pic du Midi d’ Ossau}
La leyenda dice que todos los días la sombra de este apuntado pico se colocaba junto a la puerta de la chabola de un pastorcillo... Era la invitación a escalar la cumbre de esa enigmática montaña inexpugnable, que todavía no había acariciado ningún ser humano. El caso es que aquel pastor del valle de Ossau consiguió alzar en la cima del Midi un gran hito de piedras bien visible desde abajo. Era el verano de 1787, la montaña que tantos mercaderes y peregrinos habían observado al cruzar los pasos fronterizos había sido vencida. Desde el paso del Portalet se puede observar la imponente muralla rocosa que eleva esta montaña sobre los pastos de Anéou.
{Pombie}
Caminando desde Anéou durante una hora y media nos iremos aproximando a la montaña. Al pie de la misma, nos sentimos empequeñecidos ante su presencia. Cruzando un collado llegamos al refugio de Pombie ubicado a más de 2000 metros de altitud. Lugar de descanso después de largas caminatas y escaladas por la montaña. El refugio de Pombie se sitúa a la vera de un pequeño ibón, en el que con frecuencia veremos cómo se refleja las silueta de las montañas cercanas.
{Ruta del Midi d’ Ossau}
Desde el Refugio de Pombe tomamos un marcado sendero que cruza una pedriza y alcanza el collado herboso de Souzon. Desde aquí remontamos la comba herbosa en dirección al roquedo. Al entrar en contacto con la ruta comienzan a aparecer las dificultades ya que es necesario ascender a través de empinadas chimeneas que es preciso escalar. Los montañeros neófitos necesitarán cuerda para abordar el itinerario, especialmente para facilitar el descenso.
{Ibones y Pico Peyreget}
Los que no se atrevan con la ruta normal al Midi d’ Ossau disponen de un itinerario muy sencillo que permite disfrutar de la zona y, en particular, de unas soberbias panorámicas sobre esta montaña. Desde el Refugio de Pombie ascendemos a los ibones de Peyreget, muy frecuentados por los sarrios y las marmotas. Un poco más arriba se alcanza el collado Peyreget. Desde este lugar se obtiene una de las imágenes más sobrecogedoras del Midi. En el collado tomamos un sendero a la izquierda que permite alcanzar la cima del pico Peyreget, de casi 2.500 metros de altura. Una vez en su cima podemos tomar un descanso, disfrutar de magníficas panorámicas y comprobar la espectacular visión que ofrece la compleja cadena montañosa llena de cumbres, valles, roquedos, ibones… que conforman esta parte de los pirineos.
Sierras Prepirenaicas
{Sierras Prepirenaicas}
Entre las llanuras de Jaca y Huesca, una serie de sierras elevan aún alturas muy importantes constituyendo una verdadera antesala de los Pirineos. Las sierras de Santo Domingo, Oroel, Riglos, Loarre o Guará constituyen la última oleada que el Pirineo arroja hacia la gran depresión del Ebro.
{Peña Oroel}
La Peña Oroel, asoma como un poderoso navío embarrancado en la Jacetania ofreciendo un impresionante mirador sobre la cadena pirenaica. Sus peñascos rojizos destacan en el horizonte por encima de un tupido bosque, 1000 metros por encima de los cultivos jacetanos.
{Ruta de Peña Oroel}
Desde Jaca nos dirigimos al mirador de Oroel. De este lugar un pequeño sendero se introduce en el pinar y asciende en fuerte pendiente en dirección a la cresta. Siguiendo por su lomo siempre despejado, se llega hasta la cruz que corona la cima, 1.783 metros.
{Sierra de San Juan de la Peña}
De similar fisonomía a la Peña Oroel nos topamos, más a poniente, con la sierra de San Juan de la Peña. El mayor interés turístico de esta sierra lo despierta el fantástico monasterio de San Juan de la Peña. Durante la edad media fue el monasterio más importante del reino de Aragón y se dice que llego albergar el Santo Grial. Fue edificado en el siglo X al abrigo de una gran cueva ya poblada desde antaño por eremitas.
{Sierra de Santo Domingo}
Siguiendo el perfil hacia el Oeste de la sierra de San Juan de la Peña, llegamos a la sierra de Santo Domingo, en la vertical de Longás. La ermita de Santo Domingo se alza en el vértice mismo de estas montañas a más de 1.500 metros de altitud.
{Los Mallos de Riglos}
Descendiendo por el agitado río Gállego hacia la llanura de Huesca, desviamos inevitablemente la mirada hasta las colosales moles de conglomerado de los Mallos de Riglos. Verdaderos gigantes de más de 300 metros de altura. Parecen construidos de frágil barro que por alguna extraña fuerza no parecen desplomarse sobre el caserío de la pequeña aldea de Riglos. Semejante extrañeza paisajística atrae especialmente a los amantes de la escalada y a numerosos visitantes que alzan sus cabezas intentando comprender las enormes fuerzas geológicas que les dieron origen.
{Sierra de Loarre}
Los Mallos de Riglos se sitúan en un extremo de una serranía más amplia: La sierra de Loarre. Si bien sus cumbres no son demasiado destacadas, salvo el Gratal, es el conjunto monumental del castillo de Loarre, el que llamará la atención del viajero. Es el más importante de los castillos aragoneses. Fue construido por Sancho III el Mayor, de Navarra, entre los años 1015 y 1023, aprovechando la época de debilidad musulmana. El castillo fue construido sobre ruinas romanas y formaba parte de un conjunto fortificado de 2.200 metros cuadrados que permitía la vigilancia de la llamada Hoya de Huesca.
{Sierra de Guara}
No son aquí las alturas lo más llamativo del paisaje, sino, en este caso, los barrancos, que atraen a los aficionados del descenso de cañones.
{Descenso de Barrancos}
El descenso de cañones se engloba dentro de las actividades denominadas “deporteaventura”. El objetivo es realizar el descenso de un río a lo largo del barranco o desfiladero que guía su curso. Para esta actividad se precisa de una vestimenta adecuada. En ocasiones los desniveles del río pueden ser saltados. Esto siempre que la altura del salto sea la prudente y exista un nivel de agua suficiente en el pozo inferior. En otros casos se desciende el desnivel mediante la técnica del rapel, ayudándose de la cuerda.
Los Mallos de Riglos
[Introducción] Por encima del pequeño núcleo rural de Riglos se eleva el conjunto de monolitos de conglomerado más espectacular de la península, los famosos Mallos de Riglos. Su extremada verticalidad sobre la vega del río Gállego llama poderosamente la atención de escaladores, montañeros o simples turistas, que no dejan de admirar la belleza de sus desplomadas paredes, delicados espolones y apuntados monolitos de color pardo-rojizo, que parecen querer desplomarse sobre el caserío del pueblo.
Grandes cantos rocosos redondeados denominados bolos, se encuentran unidos entre sí por un cemento arcilloso, como si se tratase de gigantes helados de "crocanti" de piedra y barro. Si bien el conjunto no parece demasiado consolidado, los escaladores han dado buena cuenta de estas históricas paredes, verdadera cuna de la escalada de dificultad en España.
Encima del pueblo, el desplomado Mallo Pisón, es la mole más imponente y destacada. Adosado al mismo se descubre la delicada silueta de El Puro, un singular monolito de 60 metros ligeramente separado de la pared del Pisón. A la izquierda, El Fire, se observa como un vertiginoso y enorme canto vertical a modo de titánico menhir. Otras no menos impresionantes paredes componen también el macizo de Riglos.
[Historia]
La primera escalada efectuada en Riglos fue protagonizada por Jean Arlaud y Piero Ghiglione en el Mallo Fire, alcanzando la que se denomina Punta Buzón del Fire, en el año 1929, donde dejaron registro de la ascensión.
En Agosto de 1942, el gran pionero de la escalada de dificultad, el catalán Ernesto Mallafré, acompañado de Francesc Blasi y Joan Enric Bou, consigue alzarse sobre otra de las cinco puntas del Fire, precisamente en la que hoy lleva el nombre de Mallafré. Las otras tres puntas del Fire son: Mateo, Montolar y No importa. Esta última sería acometida por Angel Serón en 1946.
En Abril de ese mismo año, una cordada catalana encabezada por Jordi Panyella sube a la meseta de la sierra y desciende al collado que la separa de la cumbre del Mallo Pisón. Desde este collado efectuarán la primera escalada a la cima de la vertical roca. Posteriormente el mismo Panyella, acompañado por Jordi Casasayas, abrirá un itinerario íntegro desde la base, y que es todo un clásico de Riglos: La Pany-Haus. Se trata de una vía que recorre una marcada e impresionante chimenea que superaron tras ocho horas de escalada, el 26 de Junio de 1946.
La escalada del Puro es una de las más tentadoras y bellas de las que ofrece Riglos. El primer intento data de 1947 y se cobra la vida de Mariano Cored al precipitarse a 30 metros del suelo. En 1950, Víctor Carilla, Ángel Serón y Fernando Millán intentan nuevamente la pared, pero otra mortal caída a unos 50 metros del suelo se cobra la vida de Carilla.
La cordada catalana formada por Panyella, Rosig, Hayas y Salas atacan los cantos de Riglos en 1953 y consiguen alcanzar la horquilla que separa al Puro del Pisón. Sin embargo, descienden por falta de equipo. Ángel López "Cintero", Alberto Rabadá y Manuel Bescós se quedan a tan sólo 15 metros de la cima al verse obligados a descender por una tormenta.
En Julio de ese mismo año efectúan un nuevo intento que les coloca en la cima, en la cual duermen para descender al día siguiente.
Pero sin lugar a dudas la cordada más recordada es la formada por los maños Alberto Rabadá y Ernesto Navarro, fallecidos al intentar la escalada de la cara Norte del Eiger. Estos alpinistas fueron los primeros vencedores de la cara Oeste del Naranjo de Bulnes en los Picos de Europa. En 1960 abren la Cara Norte del Puro, y al año siguiente una de las grandes y más prestigiosas vías de Riglos: El espolón del Fire por la que hoy se denomina vía Rabadá-Navarro. A la memoria de estos escaladores y de sus hazañas se alza, a la entrada del pueblo, un monumento conmemorativo.
El Pirineo nos ha descubierto nuevos horizontes, nos ha abierto las puertas a su legendaria historia contagiándonos con el espíritu de aventura que llevó a los primeros conquistadores a las altivas cumbres como la del Midi d’ Ossau, el mismo que empujó a los temerosos escaladores a medir sus fuerzas contra los magníficos Mallos de Riglos,...
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Créditos del video
Reedición multimedia de la colección «Mendiak».
Dirección: Enrique Ayerbe Etxebarria
Realización: Cristobal Baigorri
Guión literario: Javier Urrutia
Música: Angel Enfedaque
Locución: Kepa Cueto
Coordinación: José León Huarte
Montaje: Puy San Martín
Sonorización: Sonora Estudioak
Productor: Etor-Ostoa S.L.
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