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Las aves constituyen la clase de los vertebrados mejor diferenciada. Su evolución, condicionada fundamentalmente por la conquista del aire, por el vuelo, les ha llevado a la adquisición de unos caracteres muy homogéneos.
Las aves actuales son, probablemente, el grupo animal mejor estudiado hasta hoy. Por otra parte, el hecho de que la mayoría de sus especies lleve vida diurna (dependen, como el hombre, esencialmente de la vista), el canto llamativo de unas, los vistosos colores de otras, su interés cinegético, etc., han contribuido a que, también a nivel popular, sean bien conocidas; mucho mejor que los anfibios y reptiles.
Por esto, y por el espacio disponible, vamos a hacer unas consideraciones generales que ayuden a interpretar los comentarios a las ilustraciones y el cuadro en el que se relacionan las especies nidificantes y su distribución en el País Vasco.
La mayoría de las especies de vertebrados continentales nacen y desarrollan su vida dentro de unos límites territoriales relativamente pequeños, por lo que a la hora de catalogar las especies que forman la fauna propia de un país, solamente se plantea el problema de separar las autóctonas de aquellas otras que, aunque estén bien adaptadas e integradas en la vida silvestre local, han sido introducidas por el hombre.
El caso de las aves es distinto. El vuelo les concede una facilidad de desplazamiento muy grande. Gracias a él, especies que crían en un área determinada pueden encontrarse, más tarde, en puntos muy alejados de la zona en que han nacido. Muchas especies realizan periódicamente largos viajes que les llevan a ocupar, según la época del año, territorios separados a veces por miles de kilómetros, situados, incluso, en continentes distintos.
Puede citarse, como ejemplo clásico, el del Chorlito Gris, que anida en la zona ártica de Eurasia y Norteamérica, y que en sus largos viajes migratorios sobrevuela prácticamente todo el mundo excepto la Antártida.
Fenología
Cuando se habla de la avifauna de un país, en sentido amplio, suele englobarse en el término al conjunto de especies que, en una u otra época del año, pueden ser detectadas dentro de su ámbito territorial.
Sedentarias
En este conjunto hay aves, como la Perdiz o el Águila Real, que crÍan y permanecen el resto del año dentro de un territorio, más o menos extenso, pero siempre en su país de origen; se dice de ellas que son aves sedentarias.
Estivales
Otras, como la Golondrina Común o el Cuco, llegan en primavera para establecerse a criar entre nosotros y, a finales de verano o principios de otoño, nos abandonan para invernar más al sur, en latitudes de clima más benigno. Son las aves que denominamos estivales.
Nuestro país, dada su situación geográfica, goza a su vez de unos inviernos suficientemente suaves como para que muchas especies, de las que crían en la Europa central y noroccidental, puedan establecerse en él a pasar la estación fría.
Invernantes
Es el caso, entre otros, del Zorzal Alirrojo o el Pinzón Real, especies que van llegando a partir de octubre y nos abandonan, pasado el invierno, hacia el mes de marzo. Forman el grupo de aves que llamamos invernantes.
Migratorias
Por último, hay especies que, como los Gansos y Grullas, se limitan a sobrevolarnos durante sus migraciones, realizando, todo lo más, breves paradas para descansar o buscar alimento. A éstas se las clasifica como especies de paso o migratorias.
Las dos primeras categorías que hemos descrito, sedentarias y estivales, son las que forman el conjunto de la avifauna nidificante de un país.
Al enjuiciar zoogeográficamente a las aves sólo se suele tener en cuenta a las más representativas, las que están más íntimamente ligadas al territorio, le son más fieles y, en general, permanecen durante más tiempo en él.
En las páginas que siguen pretendemos ofrecer una visión amplia, que lógicamente no puede ser exhaustiva, sobre la avifauna que puebla nuestros campos, bosques y ciudades.
Hemos dejado para más adelante la pormenorización de algunos grupos especializados (aves acuáticas y marinas) ligados morfológica, adaptativa y ecológicamente a otros ambientes.
Dominios ambientales
A pesar de su extensión relativamente pequeña, la conjunción de elementos topográficos y climáticos en el ámbito biogeográfico abarcado en esta obra provoca una enorme variedad ambiental, que se refleja en la avifauna.
Así, tenemos especies propias de la alta montaña, restringidas mayoritariamente al dominio pirenaico, aunque algunas sean capaces de colonizar también las cimas de los Montes Vascos.
También aves esteparias, que medran en espacios deforestados y semidesérticos.
Las aves del dominio cantábrico nididifican en la Península Ibérica exclusivamente en la franja norte, con clima oceánico y bosques de hayas y robles.
Por último, en el dominio mediterráneo encontramos especies cuya distribución se ciñe a las comarcas con esa influencia.
Sobre esta riqueza, asentada en la diversidad de paisajes y situaciones ecológicas, se ha superpuesto la intervención secular del hombre, simplificadora de estructuras y responsable fundamental de las modificaciones que, en una perspectiva histórica, podríamos apreciar en la avifauna de nuestro País.
La migración
Uno de los fenómenos relacionados con las aves que más poderosamente ha atraído la atención de investigadores y pensadores, desde los albores del conocimiento científico, es el de la migración de las aves.
La observación empírica pero repetida año tras año, de la partida otoñal de muchas aves y su regreso puntual en primavera, estimuló a mentes inquietas, ya desde la Grecia clásica, para establecer hipótesis explicativas. Muchas de ellas, como la transformación de unas especies en otras o el enterramiento en el fango de los pantanos para pasar el invierno, enunciadas por insignes naturalistas, pueden hacernos sonreír hoy, pero en su día intentaron dar respuesta de modo más o menos racional a preguntas fascinantes.
El desarrollo de la Ornitología y la contribución de técnicas de estudio apropiadas, como el anillamiento, ha permitido abordar satisfactoriamente muchas de las anteriores incógnitas.
Sabemos en general qué les impulsa, cuáles son las rutas y pautas del viaje, las áreas de invernada o la supervivencia.
Sin embargo, paradójicamente cuantos más misterios se desvelan, más se amplía el abanico de preguntas sobre las que tenemos que confesar nuestra ignorancia.
Un sistema adaptativo
Evolutivamente, la migración es un sistema adaptativo desarrollado para hacer frente a la estacionalidad de los recursos alimenticios en las franjas templadas del planeta.
Los ciclos primavera-verano-otoño-invierno se concretan en la existencia de épocas desfavorables para la productividad vegetal, lo que se traducirá en una reducción considerable de las posibilidades de alimentación y supervivencia si las aves permanecieran en esas zonas.
Parece que hay una base genética en el comportamiento migratorio de las aves, aunque este determinismo puede ser modulado por circunstancias ambientales.
Aunque la migración no es una táctica exclusiva de las aves, éstas la han desarrollado al extremo gracias a su movilidad, obviamente relacionada con su capacidad para el vuelo.
Se estima que son muchos cientos de millones las aves que, criando en la región biogeográfica del Paleártico Occidental, se dirigen cada año a sus cuarteles de invierno en la Europa templada, el área mediterránea o Africa subsahariana.
Las especies que invernan en esta última zona son “migradores de largo recorrido”,
mientras que los que lo hacen en el Mediterráneo son “de corto recorrido”.
Dentro de cada especie, puede haber poblaciones migratorias y otras sedentarias: son los “migradores parciales”.
Un viaje azaroso
En el curso de sus viajes, las aves deben sortear obstáculos físicos, como cordilleras o mares. Por ello, muchos se concentran en pasillos o estrechos, en los que la travesía es más favorable.
El País Vasco, entre el borde menos abrupto de los Pirineos y el Golfo de Vizcaya, se sitúa en una ruta migratoria de especial relevancia. Nuestros puertos de montaña y costas son lugares muy apropiados para, en las fechas adecuadas, observar el flujo de migrantes, que en días señalados puede constituir todo un espectáculo y atraer a muchos ornitólogos y aficionados.
Para que pequeños pájaros de apenas unos gramos de peso puedan soportar viajes de miles de kilómetros, desarrollan estrategias energéticas que, desde el punto de vista fisiológico, son admirables. Las reservas grasas que consiguen acumular en pocas semanas, y que pueden suponer el 40 % del peso total del ave, les permiten franquear montañas y cruzar países hasta llegar a su destino.
Para orientarse, y aunque probablemente cada especie use un sistema de forma preferente, disponen de una combinación de métodos, interviniendo el aprendizaje y la memoria visual, el reconocimiento del campo magnético terrestre y de la posición del sol y las estrellas.
La migración constituye una respuesta adaptativa para incrementar la supervivencia de las aves. No obstante, el viaje es un suceso azaroso en el que muchas mueren. Las modificaciones del paisaje a pequeña o gran escala, provocadas por el hombre, privan a las aves de lugares de reposo y “repostaje”. La conservación de las aves migratorias, asegurando la preservación de los biotopos importantes para ellas, regulando la caza y promocionando la investigación es tarea de todos los países, porque estas especies son patrimonio de todos.
Nos recuerdan, con su presencia vital, que la naturaleza no conoce fronteras y que, con otros vivientes y otras gentes, compartimos un mismo planeta.
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