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Un río es un amplio ecosistema en el que se produce una continua sucesión de organismos y comunidades; a medida que se avanza en el río, que se pasa de una zona a otra, alcanza un estado más desarrollado.
Constituye, pues, un sistema vivo y dinámico cuya realidad biológica sobrepasa la idea, a veces extendida, de considerarlos como simples corrientes de agua; es el medio que alberga un sin número de seres vivos, cuya vida y desarrollo depende de la propia esencia del río.
Las aguas transportan materia orgánica continuamente de unas regiones a otras y se establece una relación muy estrecha con el medio terrestre y aéreo.
Aparece una nueva fuente de energía que es aprovechada por este ecosistema y que es la corriente de agua.
La complejidad de este ecosistema varía desde la cabecera hasta la desembocadura, como veremos más adelante.
Las pequeñas regatas que van iniciando lo que es el río, es decir, lo que es la primera organización del agua en un curso inestable y de escasa entidad, es muy simple, cuenta con una escasísima variedad de especies.
A medida que descendemos por el curso de agua, la complejidad del sistema aumenta.
Ya en la desembocadura, antes de llegar al tramo de aguas salobres, el río presenta su máximo desarrollo en cuanto a complejidad del ecosistema.
A lo largo de todo su recorrido, las orillas, con la vegetación de ribera o el bosque en galería y la fauna que alberga, desempeñan un papel muy importante dentro de este conjunto; supone un aporte de nutrientes continuo y cobijo para numerosas especies que explotan los recursos del río y que forman parte, por tanto de este ecosistema.
La mayor calidad de las aguas, el mejor estado del bosque en galería, el buen estado de conservación de la cabecera y de la cuenca en general, tendrán como consecuencia la presencia de un río en óptimas condiciones de conservación, que mantendrá comunidades bien estructuradas y ricas en especies, por lo general.
Un río que posea una vegetación de ribera escasa o ausente, cuenca alterada e, incluso, baja calidad de las aguas, se caracterizará por su pobreza y escasez de especies, sin entrar a mencionar el caso extremo de numerosos ríos que no albergan vida alguna dado el elevado índice de contaminación de sus aguas.
Seguramente a la vista de un paisaje fluvial, el observador atento descubrirá que, tras esa primera impresión de la belleza del entorno o quizás de la grandiosidad y fuerza del agua que corre por el cauce, llama su atención la existencia de una serie de peculiaridades y también de seres vivos, tanto vegetales como animales, que diferencian el propio río y su entorno de lo que se extiende unas decenas de metros más allá de las orillas.
Incluso dentro del propio ecosistema río no cabe duda de que la visión que ofrece el mismo es muy diferente si se toma como referencia un paraje de montaña, si nos encontramos en un valle amplio y llano o si está próximo a la influencia del mar.
A lo largo de esta sucesión altitudinal son los aspectos geográficos, climáticos y geomorfológicos los que condicionan en cada nivel la naturaleza de los cauces por donde circula el agua y afectan a parámetros tales como:
- la pendiente,
- la anchura del cauce,
- la granulometría del fondo
- la cobertura vegetal de las orillas.
Estos caracteres a su vez influyen decisivamente en aspectos cualitativos del elemento agua, esencia y alma de este ecosistema, conformando las características fisico-químicas y morfodinámicas del río:
- velocidad de la corriente,
- temperatura del agua,
- oxigenación de la misma, etc.
Por último, la evolución y la selección natural han sido y son los fenómenos encargados de diferenciar y elegir los seres vivos adaptados para colonizar y explotar cada uno de los distintos ambientes y hábitats que se originan en los ríos, desde sus fuentes hasta su desembocadura.
Atendiendo a estos cambios que se producen altitudinalmente a lo largo de un río, desde su nacimiento hasta la desembocadura, se han realizado diversas clasificaciones tipológicas de los diferentes tramos que se suceden:
- unas veces en función de los condicionamientos geográficos y altitudinales (curso alto, curso medio, curso bajo y estuario),
- otras en base a criterios meramente ictiológicos (región de la trucha, región de los ciprinidos y región de los mugílidos),
- también atendiendo a criterios ecológicos (crenon, rithron y potamon).
En términos generales es posible establecer un cierto paralelismo entre estas tres clasificaciones y todas ellas dan respuesta a lo que se puede denominar como «Zonificación de los ríos».
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