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Argitalpenak

La literatura en las artes
Iconografía e Iconología de las Artes en el País Vasco

Egileak:

    J.González de Zárate

Euskeran ere aukera duzu: La literatura en las artes

Deskatalogatua

Publikazio hau azpiko bildumaren tomo bat da:

Fondo historikoa

Liburuaren ezaugarriak

  • Enkuadernazioa Paper-azala - 254 orrialde (17 x 24 cm)
  • Argitaratze data: 1987
  • ISBN: 84-85527-30-5
  • Argazkiak: 90
itzuli gora

Laburpena

(Liburutik jasota). A modo de Introducción

El País Vasco, independientemente de su personalidad histórica, ha formado y forma parte de la cultura occidental, de la que no se puede desligar. Incluso su aportación a la cultura de la humanidad ha sido manifiesta; a la figura de Ignacio de Loyola se han de añadir otras como Elcano, Rodrigo Mercado Zuazola, Francisco de Vitoria, Eugenio Llaguno y tantos otros que haría la lista interminable. Fiel reflejo de esa proyección en el campo universal del saber son las obras de arte que han quedado como un legado en el tiempo que se hace preciso reconstruir si queremos en realidad conocer la Historia, nuestra propia Historia.

La imagen ha sido siempre un elemento parlante que, mediante su forma, refiere visualmente contenidos abstractos del pensamiento. Por otra parte son esos contenidos visuales los que desde la prehistoria definen al hombre como tal y le hacen superior a todo lo creado; fue la imagen la que diferenció al hombre y lo singularizó por cuanto era el único ser capacitado no ya para memorizarla, sino para reproducirla.

En consecuencia, las artes visuales se han presentado en todo tiempo como un instrumento válido para expresar una cultura, o lo que es lo mismo, la peculiar manera de vivir de un pueblo. Aquéllas respondían a códigos preestablecidos que para reconstruirlos se hace preciso conocer sus claves, las cuales y dentro de la cultura grecolatina se localizan en gran medida en la literatura.

Por Historia del Arte quiero entender la Historia del espíritu humano expresada en formas, definición que ya se encuentra en el historiador Chastel. Así, estas formas participan de contenidos semánticos y conociéndolos estaremos en predisposición de abordar el estudio del pasado. En este sentido queremos, con el presente libro, realizar con el lector un breve recorrido artístico por las diferentes etapas o épocas de nuestra historia, entendiendo que la imagen es portadora de significados concretos que hemos de desvelar aplicando los códigos sujetos al pensamiento y a la peculiar concepción del mundo en cada momento histórico.

El título del presente libro manifiesta ya nuestra intencionalidad: queremos proponer al estudioso de las artes visuales un comentario de las mismas en base a repertorios gráficos y literarios que nos permitan iconográficamente detectar el sentido de las imágenes que en muchos casos nos han llegado sin otro acompañamiento que el propio material con el que fueron realizadas. También deseamos ofrecer una lectura iconológica, es decir, desvelar la significación última que encierran estas singulares obras artísticas ya que, como veremos, éste es sin duda el propósito para el que fueron creadas.

Pero esta lectura va dirigida a las artes en el País Vasco, a unas obras de gran valor estético e iconográfico, de las que algunas habían quedado poco menos que olvidadas por los historiadores del arte, y que hoy tenemos la oportunidad de contemplarlas a esta nueva luz gracias a los editores Enrique Ayerbe y José Javier Goiburu quienes han tenido a bien publicar estas lecciones que forman parte de un curso de doctorado que, bajo el título La literatura en el Arte, estoy impartiendo en la Universidad del País Vasco.

Tras una investigación de varios años en el campo iconográfico, cuyos resultados poco a poco hemos ido dando a conocer en diferentes artículos y en algunos libros, hemos de subrayar que el País Vasco goza de un conjunto artístico de notable importancia y que se puede comparar a señeras obras de la cultura occidental de la que, como veremos, en todo tiempo formó parte y de la que no se puede desligar nuestro estudio si queremos reconstruir su Historia.

Pero no vamos a analizar exclusivamente obras artísticas, también hablaremos de los códigos literarios que permiten conocer el contenido iconográfico y semántico del medio plástico. Para ello trataremos de poner de manifiesto el sentido de los tratados artísticos que se dieron en época moderna, de los correspondientes a la mitología y los que, bajo la denominación de Emblemáticos, forman parte de una cultura visual y literaria que en muchas ocasiones fue determinante en la gestión de las obras de arte de mayor relevancia en la cultura artística. Queremos con ello hacer partícipe al lector de todo un código significante que en tiempos pasados pobló las bibliotecas de eruditos y artistas, además de procurar que con su divulgación pueda animarse el estudioso al análisis de otras obras para poder enriquecer la comprensión históricoartística de nuestro País.

Como daremos cuenta más adelante fue el sabio alemán Erwin Panofsky quien, siguiendo los postulados metodológicos de Ahy Watburg, abrió nuevos caminos en la investigación artística con el estudio iconográfico e iconológico de la obra de arte. En lo fundamental es en este método en el que basaremos todo nuestro trabajo y el que brevemente trataremos de explicar mediante un ejemplo tomado de la propia historia del Arte: vamos a detenernos en el David de Miguel Angel.

Análisis estético

Sin lugar a dudas, tras observar la imagen lo primero que salta a la vista es su composición: vemos a un joven pletórico de energía que ignora al expecta

dor, concentrando su mirada hacia otra tercera persona. El brillante tratamiento de la anatomía nos está denunciando un concepto clasicista de la propia obra, pero el sentido de la expresión, ese «ethos» o emoción contenida, se posiciona dentro de un naturalismo de ascendencia medieval. En este sentido la obra nos manifiesta por sí misma su pertenencia a la estética renacentista que convive entre la dualidad clasicista y la herencia medieval. Por tanto, el análisis estilístico de la obra de arte es el primero que ha de establecerse en toda investigación, pues nos servirá, conociendo el mundo de las formas, para encuadrar certeramente la propia obra que queremos analizar.

Identificación iconográfica

Pero el juicio estético es insuficiente si deseamos conocer el contenido último de la obra de arte. Vemos cómo la imagen es portadora de una serie de aditamentos que a modo de atributos la acompañan. Estos no se pueden ignorar; han sido puestos por el artista para algo, para definir con mayor exactitud la propia imagen. Así, en su mano izquierda aparece una honda, elemento que nos permite identificar al efigiado como la representación de David. Ahora estamos analizando la iconografía de la obra, para lo cual podremos presentar una serie de imágenes anteriores en el tiempo que nos hacen comprender que la imagen corresponde a este personaje del Antiguo Testamento; también podemos ofrecer semejanzas y diferencias en su visión plástica. Pero para que todo ello quede perfectamente constatado, se ha de llegar al origen de esta composición, el cual lo encontramos en la Biblia, concretamente en el libro de Samuel, donde se relatan los acontecimientos según los cuales David mató con la honda a Goliat. En consecuencia vemos que el origen de esta obra de arte está en relación con la literatura. Se pueden llegar a estudiar otros aspectos desde el punto de vista iconográfico, como es la composición de la figura que está sujeta tanto a modelos de su tiempo como a otros más lejanos. Así la mirada inquisitiva y el sentido de ignorar al espectador concentrándose en un tercero inexistente, lo vemos en el San Jorge de Donatello y en obras de la Roma imperial, como por ejemplo en el busto de Caracalla.

Sentido iconológico

Pero todavía podemos avanzar más. No basta con el análisis estético y la identificación iconográfica. La obra de arte puede tener un sentido iconológico propio para la época, de ahí que debamos entender que la investigación en las humanidades es interdisciplina-y que hemos de conocer la historia, la literatura y la filosofía de una época si deseamos en realidad analizar la estética de este periodo. En este sentido sabemos que el David fue realizado por Miguel Angel en un momento de crisis política para la ciudad de Florencia, pues los Médici habían sido depuestos y la ciudad se debatía entre un régimen republicano o la aceptación del principado. Vasari en el siglo XVI nos explica la significación de la figura de David en el contexto cultural florentino, señalando que éste puede asociarse con la idea de fortaleza para el gobernante:

De igual modo que el David defendió a su pueblo y lo gobernó con justicia, así quienes rigen los destinos de esta ciudad deben defenderla con arrojo y gobernarla con justicia.

Por tanto, para Vasari, la obra de Miguel Angel tomó como pretexto a un personaje bíblico para expresar la fortaleza y el gobierno en justicia de quienes en la república dirigen los destinos de un pueblo.

En consecuencia, vemos que la plástica ofrece más que una mera recreación estética para quien observa la obra de arte con detenimiento y estudio. Hemos de entender que se hace necesario un análisis profundo de la misma para poner de relieve todas las significaciones, que mediante las formas se ocultan, entendiendo que estas formas son refugio físico de toda una suerte de elementos «parlantes», intelectuales, espirituales, que proceden del pensamiento. Es además, deber de los historiadores del arte estudiar el mundo de las formas y de sus comportamientos semánticos, pues ninguna otra ciencia de las humanidades se ocupa de tal cometido. Su investigación servirá para conocer mejor la historia, y en especial de la época medieval y moderna que son tiempos esencialmente plásticos, en un contexto de cultura visual y con grandes contenidos significantes.

Para una mayor comprensión de nuestra posición metodológica podemos resumir en un esquema los diferentes pasos a seguir en el estudio de la obra artística:

1.- Nivel estético. Análisis de la obra dentro del campo estilístico, centrándola en el periodo artístico que por el tratamiento de las formas corresponde.

2.- Nivel iconográfico. Análisis de los elementos que acompañan a la obra de arte, sus diferentes atributos o características. Estos se han de cotejar con la propia historia para la identificación exacta de la imagen, presentando las similitudes y diversas variantes de tal composición a lo largo de la historia. También se ha de estudiar el origen del tema en cuestión, buscando sus precedentes tanto desde el campo de la plástica como desde el pensamiento.

3.- Nivel iconológico. Análisis de la obra en su contexto cultural, intentando aportar el contenido semántico de la misma para la que fue creada. Tras su estudio podemos llegar a conocer mejor la cultura de un periodo artístico, es decir, su propia visión del mundo.

Sin más dilación vamos a comentar algunos aspectos que nos permitan conocer mejor la cultura visual del pasado y de nuestro presente, procurando poner de manifiesto tanto las fuentes de esta cultura visual como un repertorio importante de obras artísticas que poseemos en el País Vasco.

itzuli gora

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